Marifer Centeno supera la epilepsia ¡gracias a la grafología!
-Marifer, ¿ahora estarás en el foro y en la calle?
“Así es, estaré a veces en el foro y otros días en el camioncito. Haremos el grafotest para descubrir diferentes aspectos que no habíamos podido hacer, y la gente podrá acercarnos a nosotros; en foro voy a tocar temas del lenguaje corporal, que es algo que sé, además, como soy abogada ayudaré en asuntos legales”.
-¿Todas esas ideas te las está dando Magda?
“Estamos conectadas, las dos sumamos con las ideas que tenemos en la cabeza”.
-¿Cómo conociste a la productora ?, porque sabemos que inclusive te ibas a ir con ella a Azteca...
“Así es, pero todo cambió y jamás me imaginé lo que está pasando. A ella la conocí en Univisión”.
-¿Realmente te pensabas ir a Azteca, a pesar de salir tanto a cuadro de ‘Hoy’?
“Sí, y lo agradezco mucho, me iba a ir en un principio con ella a un programa que se iban a hablar muchos casos sobre la mujer y me interesan esos temas, pues soy muy insegura y tímida. De hecho, fui una niña enferma de epilepsia, hija de papás divorciados y con muchas limitaciones emocionales y de salud, y creo el hecho de que superara eso me hace sentir con la obligación y el compromiso de ayudar a más personas”.
-¿Cuándo te diagnosticaron la epilepsia?
“Mis papás se divorciaron cuando yo tenía 8 años y empecé a tener desmayos. Me la diagnosticaron porque me desmayaba y se me ponían duras la boca y las manos; me dijeron que no iba a tener una vida normal y me medicaron”.
-¿A tan temprana edad?
“Pues sí; que no iba a poder manejar, ni ir a fiestas o tener hijos, y que iba a tomar Tegretol toda mi vida , porque dicen que eso no se cura, sino que se controla”.
-¿Cómo asimilas tan chica ese diagnóstico?
“Fue muy fuerte para mí, me enfoqué en los estudios y era niña de 10, jamás saqué un 9. Siempre tenía miedo de reprobar y estaba aterrada con eso, entonces vivía para estudiar”.
-¿Cómo cambió tu vida?
“Con mi esposo Carlos. Un día lo conocí en los juzgados; en ese entonces me gustaba Alexander Acha y él le da un aire y lo veo rubio rubio con unos ojos azules preciosos, y dije: ‘de aquí soy’”.
-¿Hace cuánto tiempo fue eso?
“Unos nueve años; yo tenía 19 y él un día me preguntó: '¿por qué tomas esos medicamentos?, ¿eres epiléptica, verdad?’, y fue horrible cuando me dijo eso; entonces me juré a mí misma que nunca nadie más me diría epiléptica y dejé el medicamento de un día para otro, empecé a hacer ejercicios de grafoterapia y me doy cuenta que estaba enferma de miedo. Mi letra estaba muy junta y entonces empecé a escribir diferente, me di cuenta que tenía un origen emocional y era el miedo a la vida y el miedo a ser yo; era mi dificultad para relacionarme por mi excesiva timidez”.
-¿Además de eso, tomaste terapia psicológica?
“No, mi terapia fue la grafología y ya sin el medicamento no me he vuelto a desmayar, en los estudios ya salgo bien, y me di cuenta que si logras curar tu mente, logras aliviar tu enfermedad; y no es magia, es el poder de la mente y no nos damos cuenta de lo que tenemos todos los seres humanos con la mente, que es tan poderosa. Yo tengo una sensibilidad especial porque me gusta estar con la gente y ayudarlos, como en su momento me ayudaron a mí”.
-¿Dónde estudiaste para ser grafóloga?
“Lo traigo desde chica. Tengo mi colegio, soy perito, formo peritos y tengo un café que está en la colonia Condesa; ahí te tomas un café y te dan tu grafología. Yo nací con eso, mi mamá también se dedica a lo mismo”.