Crecen plagas que acechan a la CDMX

No hay lugar de la capital donde no se vea a comunidades de ratas, palomas y ardillas que afectan el entorno ecológico, además de que acarrean enfermedades al ser humano, lo peor es que crecen sin poder ser controladas.

El aumento de sus poblaciones se debe a que se han adaptado a la vida con los humanos, “al grado que ya nos perdieron el miedo”.

La CDMX tiene un aproximado de 21 millones 581 mil habitantes, y por cada uno se estima que existen 10 ratas.

Una pareja de ellas puede tener hasta 12 crías por camada, su periodo de gestación es de tan sólo 22 días y alcanzan la madurez sexual en tres meses.

Además de que son muchas, son portadoras de una gran cantidad de enfermedades, entre ellas el hantavirus, enfermedad que no posee cura conocida.

“Las ratas que generalmente vemos en las calles son una especie que no es nativa del país, por lo cual no tiene depredadores naturales”, detalla Paola Martínez, académica de la Facultad Veterinaria de la UNAM.

La población se percataron de la plaga cuando “ya había ocurrido”; y que el aumento de sus poblaciones se debe a que se han adaptado a la vida con los humanos, “al grado que ya nos perdieron el miedo”.

“Han hecho de sus hogares lugares como mercados y parques, que dejan mucho desperdicio”, añade.

Otra plaga que crece en la ciudad son las palomas, “es una especie carismática y eso hace que siempre que la gente las ve, las alimenta, además las consideran como elemento decorativo de las plazas”.

“Al alimentar a estos animales se están modificando sus patrones ecológicos, lo cual hace que el tiempo y la energía que normalmente utilizarían para buscar recursos, la usen para reproducirse”, precisa la especialista.

Áreas verdes de la CDMX también se ven azotadas por otra plaga: la de las ardillas. Aquí existen dos especies, las arborícolas que son las que generalmente vemos y las terrestres que habitan en lugares específicos como el Pedregal.

“En lugares como los Viveros de Coyoacán la gran cantidad de ardillas están dañando la vegetación y eso ocurre porque ha aumentando la disponibilidad de recursos (comida) que tenían. Especialmente porque la gente las alimenta pese a que hay letreros que dicen que no lo hagan. Además, no cuentan con depredadores naturales”, explica Paola Martínez, académica de la Facultad de Veterinaria.

No obstante, sus poblaciones no han incrementado de form exponencial, pues necesitan de un hábitat especial, como son los bosques y extensiones de vegetación amplias que cada vez son menos en la Ciudad de México, “por ello sólo infestan los parques y

los camellones”.