Conoce la razón por la que no habrá misa a un año del fallecimiento de Rogelio Guerra

Carlo Guerra, hijo del desaparecido Rogelio Guerra, inicia el 2019 con mucho trabajo en teatro; para empezar el próximo 21 de febrero, reestrena con la obra ‘Dios tiene Face’ y además ya está contemplado para la obra Los chicos de la Banda. También nos contó que este 28 de febrero su padre cumple un año de fallecido, pero no harán misa porque no son católicos.

-¿Cómo inicias el año?

“Con teatro, el año pasado cerré en el NH con la temporada cuatro de ‘Dios tiene Face’ y ahora la reponemos en el Rafael Solana, el próximo 21 de febrero, corta temporada”.

-¿Y algo más?

“Estoy ensayando otra obra que se llama Mangata, y tenemos en puerta para el teatro Xola, Los chicos de la Banda, para junio o julio con Pilar Boliver, producción de Horacio Villalobos”.

-¿Horacio es muy serio para sus producciones, cómo te ha ido con él?

“Todavía no nos hemos reunido. Yo trabajé con él en ‘Un corazón normal’ en el Helénico, casi dos años y medios juntos, nos fue súper padre, la respuesta del público increíble. Lo que vivimos como actores, teniendo el teatro lleno en todas las funciones era mágico, es algo que no te lo puede pagar nada”.

-¿Qué tiene de peculiar Los Chicos de la Banda?

“No sé por qué es tan importante para él, no hemos tenido una junta, no he leído ni los libretos, estamos en el proceso. Nos va a dirigir Pilar. Aún no me ha dirigido, pero trabajé con ella en Un corazón normal. La admiro muchísimo, todo su trabajo”.

-¿Y proyectos de televisión o cine?

“Pues ahorita nada. Pero sigo con tocadas en La Condesa y en la Roma”.

-¿Ya casi un año que tu papá falleció?

“Sí, cumple un año el 28 de febrero”.

-¿Cómo ha sido ese año sin él?

“Con sus altos y bajos, obviamente, su ausencia se hizo presente durante este año, pero creo que bien, porque el tiempo que estuvo enfermo que fueron tres años, nos estuvo preparando para dejarlo ir. Ya era mucho sufrimiento para todos”.

-¿Le realizarán alguna misa?

“No porque no somos católicos, él era ateo. Tiramos las cenizas al mar, hicimos como un ritual para darle la despedida, él siempre había querido estar en el mar”.

-¿Dónde lanzaron sus cenizas?

“En Acapulco. Fue maravilloso porque antes de tirarlas se empezaron a juntar delfines y empezaron a escoltar el yate. Hasta que se formaron ocho delfines nadando, fue mágico, dijimos: ‘aquí es’”.