Jesús Ochoa: Cuando vine a la CDMX pasé hambre ¡y llegué a robar para comer!

Jesús Ochoa: Cuando vine a la CDMX pasé hambre ¡y llegué a robar para comer!

Jesús Ochoa fue maestro en su juventud.

Probó suerte en la actuación y ahora es uno de los mejores.

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CARLOS BAUTISTA

Jesús Ochoa está próximo a protagonizar una telenovela.
CARLOS BAUTISTA

“Ahora tengo un albergue para jóvenes sonorense que vienen a buscar oportunidades”, nos contó.

Con el humor ácido que lo caracteriza, Jesús Ochoa, de 56 años, se dio una escapada de sus ensayos en la obra I.D.I.O.T.A., para platicar con nosotros de aspectos que lo han hecho lo que es hoy, una excelente persona y un profesional de la actuación. Chucho, como es conocido en el medio artístico, recordó su infancia en Ures, una pequeña ciudad en el estado de Sonora, donde soñaba con ser beisbolista de las Grandes Ligas, sin embargo, el destino lo orilló a terminar una carrera en la docencia, para ser maestro de primaria, pues era lo que sus padres podían ofrecerle; pero gracias a su inquietud por la actuación, nunca ejerció y decidió buscar su verdadera pasión, por lo que viajó a la Ciudad de México a los 19 años, encontrando su vocación en el teatro, el cine y la televisión.

-¿A qué jugaba Chucho de niño?

“Beisbol, era mi pasión, el físico no me dio para ser un jugador profesional, pero sí a mi hermano, Juan Ángel Ochoa, quien murió a los 20 años durante una gira con su equipo; él era mi ídolo, pues jugó en las Grandes Ligas, era catcher”.

El actor es reconocido por su talento.
Jesús Ochoa ha trabajado en TV Azteca, cine y Televisa.

-¿Y a qué edad te casaste?

“A los 38. Me llegó el amor aquí en la CDMX; en cuanto la vi, dije: ‘me quiero casar con esta mujer’, y así fue. Llevamos 17 años de matrimonio, y gracias a esto nació una nena preciosa, quien ya tiene 12 años, se llama Jesusa (bromea)”.

-Retomando tu educación, ¿cómo fue tu etapa de estudiante de preparatoria?
“Estudié la prepa sin mayor relevancia, era un cuate normal como cualquier otro; después hice mi carrera en la Escuela Normal de Sonora, soy profesor. Imagínate a los 15 años estudiando una carrera que realmente no me apasionaba, pero tenía que cumplir, porque eso era lo que mi papá me pedía. Me dijo: ‘no hay dinero para una carrera larga, así que vas a entrar a la Normal’. Después me tocó brincarme a la Ciudad de México, tenía 23 años”.


El actor pasó hambres en su juventud.
Actualmente protagoniza la obra de teatro IDIOTA.

-Si tu carrera era de docente, ¿cuándo empezó esa pasión por la artisteada?
“El maestro Sergio Galindo, en Hermosillo, fue quien me animó; yo iba para maestro y él me dijo: ‘no te hagas pend$%&, gordo, tú no eres profesor; eres actor’. Me acababa de titular e iba a empezar a dar clases de primaria, incluso ya estaba negociando mi plaza”.

-Oye, ¿cómo te cambió la vida el haber estudiado actuación?

“Fueron los momentos más felices de mi vida; cuando descubrí el teatro me sentí libre, en mis inicios admiraba mucho a Emilio Guerrero, Miguel Córcega y Jorge Mateos; no pensaba tanto en cine, como me dice mi hija ahora: ‘a ti te encanta el mitote’, y es cierto, cualquier juego o arte que implique más personas, pues te vas juntando con ellos; uno trae el balón, el otro el guante, y así se va formando el equipo; en la actuación pasa lo mismo”.

-¿Estás en tu mejor momento profesional?

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Creo que eso lo ve el público y la prensa, si te dijera que mi mejor momento fue estudiando teatro, pues ése es mi sentimiento; tengo la fortuna que desde que empecé en esto no me ha faltado el trabajo, para mí ése es un honor, ser llamado para laborar en varios medios, o distintos ambientes; he trabajado para la universidad, Bellas Artes, teatro comercial, televisión, cine; he aprendido a hacer de todo, y si no me jalan, pues yo lo hago y lo produzco; no me da miedo arriesgarme”.

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-Pocos saben que dentro de ese hombre duro hay uno sensible y humano, ya que tienes un albergue...

“Por supuesto, pocas veces hablo de eso, pues no me gusta echarme flores. Pero sí, tengo un lugar muy especial en donde le doy asilo y refugio a muchos jóvenes que vienen de Sonora a la CDMX en busca de trabajo, y lo hago por agradecimiento, pues cuando me vine a estudiar también me ayudaron bastante. La verdad es que robaba un poco en el súper, para comer, también me hacía amigo de los taqueros; incluso, viví en la escuela en donde estudiaba, y compañeros de la academia me daban posada”.

RJ

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