Ana Layevska nunca quiso actuar; el destino jugó a su favor y le dieron una oportunidad
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-¿Cuándo llegaste a México?
“Cuando tenía 9 años, pues a mi papá le ofrecieron trabajar en la Orquesta Nacional Filarmónica de México”.
-¿Quiénes integran tu familia?
“Mi papá, mi mamá Inna Rastsvetáieva, y yo, soy hija única; somos una familia chiquita. Mi mamá era pianista, y como ambos eran músicos, también me dediqué a la música; en México estudié en la escuela Ollin Yoliztli”.
-¿Cómo fue tu niñez?
“Siempre fui una niña muy alegre movida, artística. Mis papás eran disciplinados y querían que yo fuera violinista, pues era uno de los trabajos mejor pagados; yo tengo mucho talento para la música y un oído muy fino, por lo que me fui desarrollando de manera nata”.
-¿Te costó trabajo adaptarte a México?
“La verdad, no; México me enamoró con su comida, clima y la gente, es un gran país; me adapté superrápido, aprendí a hablar español a los 12, viendo la TV y conviviendo con otros”.
¿Y cómo entraste a estudiar actuación?
“Yo nunca quise actuar hasta que tuve la oportunidad de hacerlo, y me encantó. En 1997 comenzaron a grabar la telenovela Alguna vez tendremos alas y para algunas escenas necesitaban músicos reales, convocaron a una orquesta y yo fui como violinista”.
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“Humberto Zurita hacía el papel de un director de una orquesta, y en una de las escenas tenía que regañar a uno de los músicos y decidieron que fuera a mí. esa fue mi primera escena, tenía 14 años”.
-¿Luego qué pasó?
“El productor, Roberto Gómez Fernández, me dijo que tenía mucho talento y carisma, que debería estudiar actuación, que fuera al CEA. Me dio mucha curiosidad, fui, me dieron fecha para una audición, la hice, me quedé y comencé a trabajar rápido”.
-¿Seguiste con las clases de violín?
“No, ya no pude seguir por el CEA”. -Descubriste que tu verdadera pasión era la actuación, y no la música... “Completamente, ser actriz es mi mayor pasión de la vida. Afortunadamente, mis papás me apoyaron en la decisión, aunque tenían la esperanza de que cambiara de opinión”.
-¿En qué proyecto debutaste ya como actriz?
“En Preciosa, de 1998, y un año después protagonicé Amor gitano. Siempre voy a estar agradecida con los productores que me vieron madera de actriz y confiaron en mí. En 2000 protagonicé Amor a mil por hora, fue una novela que marcó un parteaguas en mi vida”.
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“Con mis sueldos pude comprarme mi primer coche y después pagué el enganche de un departamento para vivir sola; también empecé a tener más vida social y a viajar, me fui a Londres, luego a Italia y a Los Ángeles”.
-¿Tuviste muchos novios?
“Casi no tenía pegue; a los 20 salí con un chavo argentino que estaba en El juego de la vida, a los 24 anduve con Rafa Amaya, y finalmente con mi esposo, Rodrigo Moreira”.
-¿Cómo llegó Rodrigo a tu vida?
“Lo conocí hace mucho, pero lo dejé de ver; luego me escribió por redes para proponerme un negocio, nos reencontramos y comenzamos a salir. Fuimos novios durante nueve años y llevamos ocho de casados”.
-¿Y cómo ha sido tu matrimonio?
“Afortunadamente, encontré a la persona indicada, tengo un matrimonio muy bonito y dos hijos. A mis 40 me siento orgullosa de la persona que soy y de lo que he logrado, personal y profesionalmente; soy una mujer muy plena”.
-¿Cuál es tu secreto para tener un sólido matrimonio?
“Escuchar, negociar, renegociar, tolerar, aprender del otro y ponerte en sus zapatos; aceptar, amar y, sobre todo, tener tiempo para estar a solas”.
-¿Tú cómo te consideras como mamá?
“Soy muy paciente... la paciencia es el ingrediente secreto de la maternidad, es algo que practicas todos los días”.
-¿Eres una madre estricta?
“Pongo límites, y creo que es algo que mis hijos van a agradecer cuando crezcan, es parte de su educación”.
-¿Te gustaría que tus hijos aprendieran música o sean actores como tú?
“Me gustaría que tengan una preparación integral, porque todo va sumando en la vida. Yo quiero que ellos sean felices y si quieren ser lo que sea, lo aceptaré y apoyaré hasta donde pueda”.
-¿Te falta hacer algo en lo profesional?
“Aún hay cosas que quisiera lograr: quiero hacer más cine, series, que me conozcan más personas, tener proyección internacional y hacer películas para festivales”.
-¿Crees en el destino?
“Sí, por algún motivo llegué a México, entré al CEA y me convertí en actriz; la vida me ha puesto en el momento y lugar indicado”, finalizó.