¡De niño a hombre! El hijo de Luz Elena González llegó a la adolescencia

Luz Elena González, de 46 años, se ha caracterizado por ser, aparte de buena actriz, una gran mamá para Majo, de 8, y Santiago, de 14, quien ahora se enfrenta a los cambios de la adolescencia. Platicamos con la también conductora y nos abrió su corazón sobre cómo están llevando ella y su esposo, Bernardo Martínez, de 47, esta etapa del crecimiento de su hijo, y nos compartió que para esto cuentan con el apoyo de un terapeuta, pues Santi tiene un problema cognitivo, por lo que es necesario darle una asesoría especial. Esto nos dijo:

“Estamos viviendo una etapa muy bonita con él, aunque me impresiona mucho verlo tan alto, ya mide 1.77, casi soy yo la que se sienta en sus piernas (ríe), tiene un poquito de bigote, le cambió la voz y batalla con los típicos granitos; sin embargo, todavía es un niño al que le encanta jugar, es muy divertido, es mi pequeño cariñoso, ¡es un amor!”

-Esta etapa suele ser complicada para muchos papás...
“En nuestro caso, no podría decirte que es complicada. Como saben, Santi tiene discapacidad cognitiva leve y toma terapias que le ayudan mucho, por lo que esta etapa es incluso menos complicada que cuando era más pequeño”.

-Por su condición, ¿lleva algún tratamiento especial para que no le afecten los cambios de la edad?

“Toma medicinas y tiene citas periódicamente con el neurólogo; le hacen análisis para darle las dosis correctas, dependiendo de cómo está anímicamente, porque las hormonas nos afectan a todos, y en una condición como la de Santiago, hay que estar más al pendiente”.

-¿Ya les hace las preguntas típicas de la adolescencia?
“Eso aún no ha sido un tema tan fuerte porque Santi es un niño diferente, fisiológicamente está en una edad hormonal, pero por su condición, mentalmente se desfaza en muchas cosas, piensa como un chico más pequeño. Además, es un chavo de pocas palabras y más bien nosotros tenemos que iniciar la conversación”.

-¿Has notado que le impacta la transición?

“Sí, cambia mucho su estado de ánimo, y cuando lo veo de mal humor, le pregunto por qué está enojado, qué le molesta, y Santi comienza a contarme sus cosas”.

“Claro, nos asesoramos, porque con estos cambios hormonales vienen otros, y nos orientamos con terapeutas que nos dicen que vayamos midiendo cómo se ve, cómo se siente, y la oportunidad de hablar al respecto, porque podrían cometerse errores”.

-¿Como cuáles?
“Hablar de más de un tema y terminar diciéndole algo que no es o que no alcanza a comprender; nos han recomendado ser muy concretos, porque los niños especiales tienden a desconcentrarse; por ejemplo, si le explicas algo a Santi, al poco ratito ya se puso a jugar”.

“Fíjate que no, desde chiquito me ha llegado a comentar que hay compañeritas que le gustan, pero cuando le pregunto si quiere tener novia, me dice: ‘Claro que no, eso será cuando ya sea mucho más grande’. Eso aún no le interesa, prefiere tener amigos para jugar videojuegos”.

-El despertar sexual es importante, ¿cómo tratan este tema con Santi?
“También lo abordamos con la terapeuta para saber explicarle cómo se debe cuidar, qué sucede, cómo es la reproducción, que para eso existe una edad”.

“No, porque hace muchos años yo trabajé en una campaña de prevención, VIH, embarazos no deseados, pero siempre le explico partiendo de una base y de lo que los terapeutas me indiquen”.

“Sí, porque obviamente en redes sociales los chicos ven muchas cosas y es necesario que estén alertas. A mis dos hijos les digo que hay químicos que son drogas y matan neuronas; y que el alcohol, cuando sean adultos, se podrán tomar un trago, pero no ahorita. A ellos, gracias a Dios, desde el olor les da asco el alcohol”.

“Por supuesto, por eso Bernardo y yo tenemos mucha comunicación, tanto con Santi como con Majo, para estar siempre al pendiente. Estoy muy agradecida con Berni, porque es un gran padre y formamos un equipo para guiar a nuestros hijos y verlos felices, ¡estamos muy orgullosos de ambos!, son maravillosos, aunque verlos crecer nos da melancolía”.

“Gracias. Los papás no tenemos un manual, pero sí todo el amor del mundo que nos permite luchar para hacer de ellos unos buenos seres humanos, y cuando nuestros hijos nos dicen: ‘¡Te amo!’, sabemos que vamos por buen camino”, finalizó.