Focaccia

600 g de harina

350 ml de agua tibia

24 g de levadura fresca (si usas seca, utiliza sólo la mitad)

10 g de azúcar

15 g de sal

2 cdas. de orégano seco molido

2 cdas. de romero seco molido

70 ml de aceite de oliva

¼ de taza de jitomate deshidratado y picado finamente + 2 cdas.

¼ de taza de aceitunas negras picadas + 2 cdas.

1 cda. de agua

1 cda. de aceite

1 Mezcla una taza de harina con el agua, levadura y azúcar. Deja reposar de 10 a 15 minutos.

2 Vacía en el bowl de la batidora el resto de la harina, la sal y las hierbas molidas. Mezcla poco a poco el combinado de la levadura que dejaste reposar con el aceite de oliva, el jitomate y las aceitunas. Permite que se amase a velocidad media hasta que la masa adquiera una consistencia elástica y tersa. Una vez que obtengas esa consistencia, coloca la masa en un bowl previamente engrasado con aceite de oliva y cubre con un trapo semihúmedo. Coloca cerca de la estufa o de algún lugar templado y permite que repose tres horas o hasta que duplique su volumen.

3 Pasado este tiempo, con tus manos o un rodillo, da forma rectangular a la masa y colócala en un molde para hornear también rectangular, cuidando que la altura sea uniforme. Haz pequeños agujeros a la masa con tu dedo índice. Tapa la masa con un trapo semihúmedo y deja reposar unos 30 minutos. Precalienta el horno 10 minutos antes de que terminen los 30 minutos de reposo.

4 Barniza la focaccia con agua y aceite y decora con sal de mar, pimienta quebrada, aceitunas y jitomates. Hornea por espacio de 25 minutos o hasta que la corteza esté dorada. Retira del horno, deja que se entibie y sirve acompañada de un queso untable o un poco de aceite de oliva y vinagre balsámico.