La buena madre es aquella que se va volviendo innecesaria
Es ese el mayor desafío y la principal misión.
Para realizar mi labor de madre correctamente, tengo que volverme innecesaria. Y antes de que alguna madre me acuse de desamor, explico qué es lo que significa eso.
Ser “innecesaria” es impedir que el amor incondicional de madre provoque vicio y dependencia en los hijos, a tal punto que ellos no sean capaces de poder ser autónomos, confiantes e independientes.
Ellos deben estar listos para trazar su rumbo, hacer sus elecciones, superar sus frustraciones y también para cometer sus propios errores.
El amor es un proceso de liberación permanente, y ese vínculo no deja de transformarse a lo largo de la vida. Cuando los hijos se vuelven adultos y constituyen su propia familia, recomienzan el ciclo.
Lo que ellos necesitan es tener la seguridad de que estaremos con ellos en las buenas y en las malas.
Los padres y las madres, solidariamente, debemos criar a los hijos para que sean libres y no esclavos de nuestros propios miedos.
Es ese el mayor desafío y la principal misión. Cuando aprendemos a ser “innecesarios”, nos transformamos en un puerto seguro donde ellos pueden atracar.
“A quien ames. dale: Alas para volar y raíces para volver. “Hagamos hijos independientes y seguros de sí mismos para que vivan una vida plena y honrada”
Del muro de Andrea Giorgi