Pablo Lyle teme por su vida dentro de prisión y su salud se ve mermada

• Tras su sentencia ha sido notable su deterioro. Incluso se filtró una foto de él ya sin cabello.

Vaya que las cosas se están complicando para Pablo Lyle, de 36 años, y es que ahora que se encuentra en el centro penitenciario South Florida Reception Center, en Miami, Estados Unidos, donde está siendo evaluado por psicólogos y médicos para saber en cuál prisión de Florida cumplirá su condena por el homicidio involuntario en contra del señor Juan Ricardo Hernández (q.e.p.d.), nos enteramos que su familia está muy preocupada por él, debido a que su salud se ha visto mermada por la incertidumbre que le genera esta situación.

Un amigo cercano a la familia nos contó que este estrés le ha provocado alopecia nerviosa, hipertensión, migraña y dermatitis en las manos.

Además nos platicó que su angustia crece, debido a que se dice que la familia de la víctima pedirá una indemnización, la cual podría ir de uno a 5 millones de dólares (entre 18 y 93 millones de pesos), y no sabe de dónde sacarán ese dinero:

-¿Cómo se encuentra Pablo Lyle?
“Triste, pero sobre todo, angustiado, ya que los problemas no paran; cuando él pensaba que la sentencia iba a ser lo peor, finalmente la recibió en febrero pasado y entendió que pasaría cinco años privado de su libertad, pero ahora lo que le preocupa es saber en qué prisión de Florida purgará esta pena”.

-¿Por qué?
“Es que hay cárceles tranquilas y otras no tanto, y a él le preocupa toparse allá dentro con gente que quiera vengar la muerte del señor Juan Ricardo, que lo quieran dañar físicamente”.

-¿Sabes cuándo lo trasladarán a la prisión?
“Aún no se lo han notificado, continúa en el South Florida Reception Center (centro penitenciario), donde sigue siendo evaluado por psicólogos y médicos para saber en cuál prisión de Florida cumplirá su condena. Hay varias opciones, pero aún no le dicen en cuál puede quedar, lo que lo tiene intranquilo y la angustia ya le trajo consecuencias a su salud”.

-¿A qué te refieres?
“En los últimos cinco meses, su salud ha mermado demasiado, ya no es el mismo Pablo que fue encarcelado en octubre pasado; desde entonces, su presión arterial comenzó a variar; incluso no es el mismo que recibió su condena el pasado tres de febrero, en aquella fecha todavía su familia lo vio como siempre, con cabello, con miedo a lo que podría pasar, aunque estable, pero a finales de febrero todo cambió”.

-¿Ha presentado otros males?
“Pablo no puede ni dormir y esto le ha afectado los nervios, aunado a que el estrés de estar encarcelado le ha provocado alopecia, hipertensión, migraña y dermatitis en las manos, según nos ha dicho su propio hermano (Jorge). También, debido a los nervios, ahora ya toma pastillas para controlar su presión arterial”.

-¿Ya lo revisaron los doctores?
“Por fortuna, adentro le están dando la atención médica que merece, pero él está mal a nivel emocional. Los doctores le dicen que todo ha sido generado por nervios y estrés; de hecho, le han recetado calmantes y terapia, pero aunque la lleva, los estragos son visibles”.

-Su familia, ¿sabe de la situación?
“Pablo ha tratado de esconderle estas enfermedades a su familia para que no sufran más por él, pero cuando lo visitan, se dan cuenta de que no está bien. El último que fue a verlo fue Jorge, su hermano, y es quien se fijó de que tenía las manos muy hinchadas y con heridas, signos de dermatitis nerviosa; Pablo comienza a rascarse y es como él mismo se hace daño, pero según dice, su comezón es incontrolable”.

-¿Cómo percibes a su familia?
“Están sumamente preocupados por él, y cómo no, si físicamente han visto su declive; de hecho, Pablo está muy flaco, ha bajado más de ocho kilos y eso les angustia. Ellos le piden que coma, que le eche ganas, aunque entienden lo difícil que ha sido para él estar ahí; la vida le dio un giro terrible, de tenerlo casi todo, ahora pasó a perderlo todo: su libertad, su familia, su alegría, todo”.

-Es una situación muy difícil...
“Imagínate, son cinco años los que tendrá que pasar encerrado, ocho años más de libertad condicional, y por si fuera poco, ahora sus abogados le dieron una mala noticia”

-¿Cuál?
“Que la familia del difunto retomará la demanda civil por daños en la que le exigirán, tanto a él, como a su cuñado, Lucas Delfino, una indemnización que hasta donde sabemos, puede ir de uno a cinco millones de dólares (entre 18 y 93 millones de pesos). La familia del finado ya la había interpuesto hace tres años cuando el señor murió, pero el juez les dijo que primero era necesario resolver la situación legal de Pablo y ya después exigir una indemnización”.

-¿Llegaron a pensar en que ya no se retomaría esta demanda?
“Pensamos que tras la sentencia y las disculpas públicas ofrecidas por él, todo quedaría ahí, pero no fue así. Entendemos su dolor, pero ya es mucha saña en contra de Pablo”.

-Pues vaya que eso complica las cosas...
“Con esto aumenta la angustia de los Lyle, ya que no saben de dónde sacarán para pagar si es que el juez admite esta demanda. Todos han vendido varias cosas a lo largo de estos cuatro años, tanto para pagar abogados, como para enviarle dinero a Pablo y su familia, ya que él no podía trabajar en el tiempo que estuvo bajo arresto domiciliario; ya no tienen un quinto, viven al día”.

-¿Podrían llegar a un arreglo?
“Es lo que nos han dicho, que los Lyle podrían hablar con ellos y explicarles que no tienen de dónde sacar esa cantidad; incluso, acceder a que les hagan una auditoría para que los Hernández se den cuenta de la situación económica de Pablo y vean que no están mintiendo, así se puede negociar esta indemnización, para que el pago sea menor, o bien, podrían pedir que la cantidad sea pagada después de que él quede en libertad y pueda comenzar a generar ingresos, y es que Imagínate, ¡quién no estaría angustiado con esas noticias! Pero hay algo que le preocupa todavía más...”.

-Dinos, ¿qué más le angustia?
“Como recordarán, amigos de Pablo abrieron una página en donde pidieron donaciones para solventar el nuevo juicio que él y su defensa pedirían, pero como este no le fue concedido, Pablo había decidido que esta ayuda fuera usada para los estudios de su familia en lo que él quedaba en libertad, al menos quería dejarles este dinero para que no todos los gastos recayeran en su esposa (Ana Araujo). Sin embargo, ahora lo que más le preocupa, es que le han dicho que la familia del finado podría pedir parte de los casi dos millones que se han juntado en esa cuenta”.

¿De verdad?
“Sí, y por ley, claro que lo pueden hacer, ya que así como los Lyle pueden demostrar que no cuentan con los dieciocho millones que podrían pedir, los Hernández también pueden argumentar que existe una cuenta pública en la que la gente ha donado para Pablo y de ahí pueden exigir una parte proporcional. Al igual, ya nos enteramos de que si Pablo quisiera hacer más adelante algún libro, serie o producción de este caso, ellos también pueden exigir ganancias de eso, así que pues la pesadilla nunca terminará”, concluyó.