¿Tienes problemas en tu matrimonio? Rézale a Santa Rita, la encargada de las causas imposibles
Te presentamos la oración a Santa Rita, la cual te ayudara en tu matrimonio. Pero también te invitamos a conocer a San Martín de Porres,San Rafael y Santa Cecilia quienes velan por enfermos, enamorados y músicos.

¿Tienes problemas en tu matrimonio? Rézale a Santa Rita, la encargada de las causas imposibles
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“Oh, Dios omnipotente, que te dignaste conceder a Santa Rita tanta gracia, que amase a sus enemigos y llevase impresa en su corazón y en su frente la señal de tu pasión, y fuese ejemplo digno de ser imitado en los diferentes estados de la vida cristiana, concédenos, por su intercesión, cumplir fielmente las obligaciones de nuestro propio estado, para que un día podamos vivir felices con ella en tu reino. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén”.
“Señor Nuestro, Jesucristo, que dijiste: ‘pedid y recibiréis’, humildemente te suplicamos que, por la intercesión de San Martín de Porres, escuches nuestros ruegos. Renueva, te suplicamos, los milagros que por su intercesión durante su vida realizaste, y concédenos la gracia que te pedimos, si es para bien de nuestra alma. Así sea”.
“Oh, poderoso príncipe de la gloria San Rafael, llamado medicina de Dios, salud de los enfermos, luz de los ciegos, guía de caminantes, protector de la limosna, del ayuno y de la oración. Por aquella caridad con que acompañaste al joven Tobías, te pido, oh glorioso protector mío, me libres de todos los males y peligros, y me acompañes en la peregrinación de esta vida mortal, para llegar felizmente a puerto de la salvación eterna”.
Santa Cecilia
Santa de los músicos y los poetas.
Consagró a Dios su virginidad y fue condenada a muerte por degollación; tardó tres días en morir y quiso repartir su fortuna entre los pobres.
Su oración:
“Gloriosa virgen y mártir Santa Cecilia, modelo de esposa fidelísima de Jesús, vedme aquí postrado humildemente ante vuestras plantas. Soy un pobre pecador, y vengo a implorar vuestra poderosa intercesión ante Jesús, a quien tanto amasteis, suplicándote que me consigas un verdadero arrepentimiento de mis pecados, un propósito eficaz de enmienda y una heroica fortaleza, para confesar y defender la fe que he profesado. Alcánzame la gracia de vivir y morir en esta santa fe, como también las gracias especiales que necesito para vivir santamente en mi estado. Escucha y alcánzame mis súplicas, oh, virgen poderosísima, para que merezca gozar un día de la eterna bienaventuranza. Así sea”.