Gana lucha contra el cáncer hijo de Margarita ‘La Diosa de la Cumbia’

Gana lucha contra el cáncer hijo de Margarita ‘La Diosa de la Cumbia’

El joven estuvo muy consternado durante la entrevista.

El joven estuvo muy consternado durante la entrevista.

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Luis Pérez

El joven estuvo muy consternado durante la entrevista.
Luis Pérez

En la edición de esta semana tenemos en exclusiva la entrevista con la cantante sobre lo que vivió al enfrentar junto a su hijo, Jonathan Alvear, el cáncer de testículo que le fue diagnosticado.

Tras esto, nos dimos a la tarea de platicar con el joven de 28 años, quien amablemente nos abrió su corazón.

-Jonathan, te vemos muy bien, ¿cómo te sientes?
“Como si hubiera vuelto a nacer, es una experiencia que te cambia la vida y de repente despiertas y te dicen que ya la libraste, pero la lucha sigue porque debes seguir cuidándote, en revisiones y demás; pero a raíz de esto, comencé a ver las cosas de otro color y a valorar la vida de otra manera. Fue el 17 de enero pasado cuando me diagnosticaron el cáncer testicular, pero desde mediados de diciembre comencé a ver cambios en mi testículo izquierdo; curiosamente la que primero se dio cuenta fue mi novia, de repente comenzó a ponerse duro, me daba un dolor como si lo estuviera apretando. Visité un doctor aquí en la CDMX y éste me mandó a hacer un ultrasonido y resultó que veían unos quistes, pero me dijeron que no era nada malo; me recetaron diclofenaco para el dolor y hasta ahí quedó con este médico”.

-Tú no quedaste tranquilo con ese primer diagnóstico, ¿por qué?
“Porque sabía que no era algo normal, me pasaron mil cosas por la cabeza. Como recordarán, mi padre murió a consecuencia del cáncer, entonces pensé en la cuestión hereditaria, que es muy importante en estos casos, y decidí buscar una segunda opinión. Tenemos un amigo doctor en Mérida que se llama Alejandro Medina y coincidió en que el 14 de enero tuvimos una presentación allá; entonces, aprovechando la estadía, lo busqué, le platiqué lo que tenía, y para ese entonces mi testículo ya estaba inflamado, comenzó a colgarse al grado que me comenzó a doler la espalda baja y la pelvis. Entonces, este doctor de inmediato me mandó un ultrasonido, exámenes de sangre, me vio un urólogo y yo los notaba nerviosos, por lo que les pedí que me dijeran las cosas como eran y es cuando me soltaron que se trataba de cáncer”.

Al final, así posó para nuestras cámaras.
Dijo que jamás perdió la fe.

-¿Qué pasó por tu cabeza al escuchar esa palabra?
“Algo horrible; digo, siempre traté de verlo con la mejor cara, pero cáncer es cáncer y sabes que puede ser mortal. Me operaron el 18 de enero, me quitaron el testículo y lo mandaron a Patología, aún con la esperanza de que no fuese maligno, pero ya teníamos un 99.9 por ciento de que sí fuese. A la semana me confirmaron que sí era cáncer y ahí comenzamos con las quimioterapias”.
-¿Cuántas quimioterapias fueron en total?
“21. Tanto las quimios como la operación me las hice en hospital de Mérida porque allá estaba mi expediente, los doctores ya conocían mi caso; además, mi recuperación iba a ser mejor allá por la cuestión de que mis defensas estaban bajas. Cuando me quitaron el testículo fue con todo y el cordón que los une con el músculo de la pierna, esto lo hacen con la finalidad de asegurarse de no dejar ninguna célula que pueda volver a crecer o desencadenar la enfermedad. Fue la primera vez que yo entraba a un quirófano, por fortuna jamás lo había necesitado”.

Agradeció el apoyo que tuvo de sus amigos y familiares.
Nos abrió su corazón.

-Nos comentan que siempre estuviste optimista a lo largo de este proceso de cuatro meses, pero, ¿hubo momentos de quebranto?
[comments] “Claro, es parte del proceso y necesario; no puedes fingir que eres fuerte todo el tiempo, tienes que permitirte sentir, porque además estás pasando por un proceso muy difícil. Desde el día uno, yo no quería mostrarme débil con mi mamá, pero por supuesto que por la noche en mi privacidad lloraba, dándome ese permiso de sentir y desahogarme para estar listo para esta batalla. Por supuesto que hay momentos en los que te rompes, ya que una enfermedad como el cáncer por lo regular es bastante sorpresiva, algo que nunca esperas escuchar o padecer. En mi caso, un terapeuta me recomendó escribir todo mi proceso en una libreta y así lo hice en estos meses, no tanto el como me sentía de salud, sino el cerrar ciclos que no los había hecho en mi vida”. [/comments]
-Escribiste que uno nunca sabe lo fuerte que puede ser hasta que no tienes otra opción...
“Antes de padecer cáncer, le tenía miedo a esa enfermedad, porque conoces tantas historias de gente que no lo supera y lastimosamente tienen más exposición los que pierden la batalla que los que sí logran salir; además, sabes que el tratamiento (quimios) es sumamente agresivo e incluso algún día pensé: ‘si me da cáncer, no quiero someterme a tratamientos porque son muy feos’, por eso digo que uno nunca sabe lo fuerte que puede ser hasta que no tienes otra opción, y mi única opción era ser fuerte”.
-¿Cómo viviste estas quimioterapias?
“El primer día que me citaron a las 8 de la mañana, estuve de cinco a seis horas en un sillón donde te conectan un catéter directo a la vena del brazo, el cual te cambian semanalmente. En mi caso fueron tres ciclos de siete quimioterapias cada uno; las primeras cinco me las dieron de lunes a viernes, descansando de sábado a lunes, y así nos fuimos. En la primera quimio no sentí ningún cambio, en la segunda llegué muy cansado a casa; para el tercer día llegué y me tumbé en la cama. Comencé a obligarme a comer, porque en este proceso se te va el hambre, ya que tu saliva da el sabor como de fierro a todo alimento. Conforme van pasando los días y se van acumulando los químicos en tu cuerpo, un día tienes diarrea, otro estreñimiento, un día estás amarillo, al otro verde, muchas náuseas, ganas de vomitar, te sale salpullido en el cuerpo, se te cae todo el cabello y vello del cuerpo. A final de cuentas en este tratamiento de quimios te están envenenando para matar lo malo, pero también se llevan parte de bueno, esa es realmente la parte complicada, mantenerte con ánimo, levantarte todos los días para regresar al hospital y te vuelvan a conectar a los aparatos, todo con la esperanza de que al final te digan: '¡estás ‘libre’!’”
-Nos comentas que tú eras de los pacientes más jóvenes...
[comments] “Sí, al menos en donde yo estaba era más gente adulta que tomaba sus quimios cada 21 días. Muchos me contaban su historia y de ellos tomaba el ánimo; a muchos les había saltado el cáncer de un órgano al otro y eso me espantaba, pero la fe nunca la perdí. En lo personal, lo primero que se me cayó fue el cabello; por fortuna desde año y medio antes estaba rapado, ya que sufro de calvicie prematura y decidí hacerlo. Lo que sí comenzó a caerse fue la barba a la tercer semana de iniciar mis quimios, al igual que las cejas, parecía rata de laboratorio. Me explicaron que los estragos varían dependiendo de cada organismo; a otros no se les cae tanto el cabello, unos bajan de peso, lo cual no fue mi caso (ríe). He tratado de ver esto con buen humor, si no me hubiese hundido en la depresión; yo llegaba y les decía a las enfermeras que ya no me las sirvieran tan cargadas porque el día anterior había estado vomitando mucho”. [/comments]

Nos contó a detalle el duro proceso que vivió.
Jamás dejó de sonreír.

-¿Desde un inicio te hablaron de que serían 21 ‘quimios’?
“Sí, aunque existía la posibilidad de que fueran más. Terminando cada ciclo te mandan a hacer estudios para ver cómo van tus indicadores tumorales, los cuales te dicen si la enfermedad sigue en la sangre o no; por fortuna mis números fueron buenos al término de estas 21 quimios. A mitad del tratamiento tuvieron que cambiarme un medicamento porque me estaba afectando un oído, oía como un zumbido como el que escuchamos después de ir a un antro o a una fiesta con volumen alto, y a mí como músico sí me podía afectar, pero me cambiaron ese medicamento y listo”.
-Cumpliste tus 28 años justo en medio de tu tratamiento, ¿no?
“Sí, el 5 de abril cumplí 28 años en medio de mi semana larga de quimios de mi último ciclo. Mi madre me hizo un pastel; yo estaba sin barba, sin cabello, sin cejas, amarillo de la piel, pero feliz. También me hizo una comida, llegó mi novia de sorpresa y la pasamos lindo; fue un cumpleaños diferente, como si hubiese sido mi primer año de vida, lo disfruté como hace mucho no lo hacía en un pastel de cumpleaños. Yo creo que si al pasar este tipo de cosas, no te cambia la vida, nada más lo puede hacer; este tipo de pruebas debes tomarlas para revalorar lo que estás haciendo y cómo estás viviendo. Es tan fácil y sencillo ser feliz con lo que tienes y habrá muchas cosas que debes mejorar, pero para eso hay que ‘luchar’ y no dejar que la tristeza te hunda”.

-Platícanos de la vez que fuiste a trabajar en medio de tu tratamiento...
“Debo reconocer que esa fue necedad mía; el doctor me dijo que si me sentía preparado lo hiciera, pero yo quería hacerlo. En efecto me cansé muchísimo ese día; tocamos en Guanajuato, aunque cada dos canciones tenía que correr detrás de escenario para volver el estómago por los estragos de las quimios. A mitad del show ya me temblaban las piernas del cansancio, pero lo hice porque pensé: ‘y si después de estas 21 ‘quimios’ la enfermedad no se va, ni modo de no volver a hacer lo que me gusta, que es subirme al escenario y cantar’”.
-¿Qué cambios de hábitos hiciste a raíz de esta enfermedad?
[comments] “Me prohibieron los irritantes y trato de comerlos lo menos posible; el refresco también me la prohibieron, digo, de repente se me antoja, pero lo que tomo es una limonada o naranjada con agua mineral. Lo importante es que la fe nunca se perdió y es lo que le puedo aconsejar a la gente que está pasando por esto. Yo puedo decirles que ¡sí se puede!, yo libré la muerte y así tienen que luchar todos, porque pueden, hay que dejar los miedos atrás”, concluyó. [/comments]

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