¿Quién es María Antonieta, la monarca que fue representada en los Juegos Olímpicos de París?
Aunque fue la reina consorte de Francia, pocos conocen su trágica historia.
María Antonieta fue representada en la inauguración de los Juegos Olímpicos de París
/Twitter: @clarosports
Una dec4pit4da y ens4ngrentada María Antonieta, la última reina consorte de Francia, apareció en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos al ritmo de una versión heavy metal de una canción tradicional que tuvo su origen en la revolución francesa ‘Ah, Ça Ira’ que fue interpretada por el grupo Gojira.
El escenario no era otro que el emblemático La Conciergerie, la prisión donde tuvo sus últimos días la monarca francesa. Pero, ¿quién fue María Antonieta y por qué la dec4pitaron?
María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena nació en Viena, Austria, el 2 de noviembre de 1755 y con tan solo 14 años de edad la casaron con Luis, un año más grande que ella y heredero al trono galo, esto con la finalidad de limar asperezas entre Austria y Francia que llevaban años enemistados.
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Quizás por ello es que muchos franceses nunca confiaron en su nueva reina, quien con el afán de abrazar a su nuevo país, adoptó la forma francesa de su nombre: Marie-Antoinette o María Antonieta.
Desde el inicio, la nueva monarca fue acusada de frívola, derrochadora y caprichosa, pues gastaba dinero a raudales en pelucas, espectaculares vestidos, joyas y zapatos. Además le gustaba jugar al billar y las cartas, donde apostaba muchísimo dinero.
Su vida fue de despilfarro y ocio, hacía grandes fiestas donde no faltaba el alcohol, la comida y la música, y sus extravagancias costaban caro. Todo esto contrastaba con las penurias que pasaba el pueblo francés, quienes literalmente morían hambre.
Lo cierto es que para la reina francesa su comportamiento era algo normal, pues desconocía totalmente lo que significaba la pobreza y la desigualdad, ya que nunca en su vida había estado fuera de un castillo ni había convivido con el pueblo, algo común para entonces; además de ser una adolescente cuando se casó con Luis XVI, por lo que su inmadurez se hizo presente desde entonces y hasta su muerte a los 37 años de edad.
El mito de María Antonieta
La prensa de la época comenzó a publicar declaraciones que, según los historiadores, María Antonieta nunca hizo. Como aquella popular leyenda que asegura que la reina consorte, al saber que la gente no tenía pan para comer, contestó: “Pues que coman pasteles”.
Cada vez eran más y más las mentiras que se dijeron sobre ella, pues los periódicos se encargaron de crear una imagen en la que María Antonieta era infiel, mediocre, disoluta y antipática, algo que los consejeros reales debieron parar desde un inicio, pero no hicieron, y cuando querían hacer algo al respecto ya era demasiado tarde.
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Guillotinada: María Antonieta acusada por el pueblo
María Antonieta fue acusada por el pueblo de ser la culpable de los males económicos de Francia y fue acusada de conspirar contra el país galo. Pero los historiadores coinciden en que sus extravagancias no fueron el motivo de esto.
Entonces estalló la Revolución Francesa, Luis XVI, María Antonieta y sus dos hijos fueron capturados. Luego de un juicio, ambos fueron dec4pitados en la guillotina, aunque por separado.
A ella se le acusó de traición, promiscuidad s3xual y vaciado de las arcas del estado.
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El 16 de octubre de 1793, María Antonieta fue llevada a la plaza de la concordia, lucía un vestido sencillo y una pañoleta en color blanco, así como una cinta negra que se ató el pelo, misma que señalaba su condición de viuda.
De acuerdo a relatos de la época, una multitud se hizo presente en la plaza de la concordia para atestiguar la muerte de la que fuera su reina. “Por lo demás, la muy bribona se mantuvo hasta el final audaz e insolente”, quedó registrado en los periódicos.
No pudo despedirse de sus dos hijos. Cuando llegó frente al verdugo, ella sola se arrodilló y éste —con el fervor del pueblo— le destapó el cuello, la colocó frente a la guillotina y dejó caer la cuchilla.
Su cabeza fue exhibida en manos de su verdugo ante el pueblo que gritaba tras saber que su última reina ya estaba muerta. Su cuerpo fue trasladado al cementerio de la Magdalena, pero no tuvo un entierro digno ni un tumba, su cuerpo fue arrojado junto a otros más en una fosa común.
Tras el regreso de los Borbones al poder, los cuerpos de María Antonieta y Luis XVI —o lo que quedaba de ellos— fueron desenterrados y llevados a la catedral de Saint Denis, al norte de París.
