¡Adiós, Ignacio López Tarso!: Conoce su última entrevista: “Prefiero morir tranquilo en mi cama”

Quien fuera uno de los exponentes más importantes del Cine de Oro de nuestro país, y que por más de 70 años dio cátedra de su profesionalismo e histrionismo, el querido don Ignacio López Tarso, el pasado sábado 11 de marzo tras pasar nueve días en terapia intensiva dentro de un nosocomio en el centro de la CDMX, perdió la batalla a sus 98 años, debido a una oclusión intestinal y una neumonía que padecía. Pero ya dentro del hospital se le complicó todo y lo peor vino cuando el pasado jueves 9 de marzo le detectaron COVID. Una persona que trabaja en el hospital, nos contó a detalle lo que sucedió:

“Llegó muy malito. El pasado sábado 4 de marzo llegó con una oclusión intestinal que le provocaba mucho dolor y también tenía una neumonía severa, por lo que se decidió que entrara de inmediato a terapia intermedia para controlar y estabilizar”.

“Sí, la verdad es que él no se separó casi nunca del hospital, siempre estaba aquí con su papá. Los primeros días que estuvo internado, don Ignacio estaba estable, consciente y la oclusión se empezó a componer, aunque la neumonía seguía dando lata; pero lo duro fue a partir del miércoles, el señor se vino para abajo”.

“Como era una persona de edad avanzaba, todos los días se le hacían exámenes de todo, y fue justo el miércoles cuando sus niveles en la sangre empeoraron, dejó de estar como tan activo, porque pese a que estaba delicado, los primeros días todavía podía hablar y estar bien, pero ya el miércoles se nos vino abajo. Después, al otro día, en la prueba COVID que le hicieron, salió positivo”.

“Sí, el doctor dijo que no sabía si lo había pescado en el hospital o ya lo traía, y hasta ese día se le manifestó, pero por ende, se restringieron más las visitas, solo dos personas podían estar con él y verlo detrás del espejo”.

“El doctor justo ese día habló claro con la familia, que la verdad era que el señor ya estaba delicado por su edad y por todas sus enfermedades, porque tenía insuficiencia renal, problemas cardiacos, del pulmón; todo estaba fallando. Tristemente, le dieron la noticia que lo mejor era que pasaran a despedirse de él, porque no sabían cómo iba a reaccionar”.

“Al señor se ve que lo querían mucho, pero ya todos lo miraban a través del vidrio, por el tema del COVID; de hecho, su hijo le decía al doctor que les hicieran pruebas a todos para ver quién lo tenía, pero se les explicó que lo más probable es que todos salieran negativos por el tiempo, pero que pasando el fin de semana se las harían, pero don Ignacio ya no aguantó".

“La mayoría del tiempo estaba sedado, pues le dolía mucho su cuerpo; además de que lo estábamos alimentando vía intravenosa. El sábado su corazón ya estaba muy débil, porque además estaba conectado a más de cuatro respiradores, porque su oxigenación estaba por los suelos”.

“Sí, desde que llegó al hospital fue un tema que nos costó y nunca lo pudimos recuperar; con los respiradores duró un poquito más”.

“Desde el sábado temprano se le avisó que el señor ya estaba muy débil y que su corazón en cualquier momento dejaría de latir, entonces su hijo entró casi toda la mañana con él, escuchamos que le decía que se fuera tranquilo, que había sido un gran hombre y un gran ejemplo, se retiró, y en máximo hora y media el señor falleció", concluyó.

Como era de esperarse, el recinto de las Bellas Artes lo recibió para un merecido homenaje con su público.

Poco antes de las 7 de la noche, el féretro llegó al recinto frente a cientos de personas que esperaban entrar para darle el último adiós.

Te presentamos la última entrevista que don Ignacio López Tarso concedió a TVNotas: “Yo prefiero morir tranquilo en mi cama y no en un escenario; que al público le sirva mi trabajo y que cada quien me recuerde... ¡Como le dé la gana!”.

Ahora que tristemente el primer actor, don Ignacio López Tarso, nos dejó a la edad de 98, su fuerza y pasión por el trabajo y la vida es un ejemplo a seguir. Con más de 70 años de trayectoria artística, trabajó con grandes figuras del Cine de Oro como Dolores del Río, Pedro Armendáriz, Emilio El Indio Fernández (todos q.e.p.d.), entre muchos. Sin embargo, siempre fue una persona muy sencila que amablemente aceptaba dar entrevistas a los reporteros que se las pedían, como esta agradable plática que no habíamos podido publicar y que aquí presentamos como un merecido homenaje a su memoria:

“Una infancia normal, nací aquí por Villa de Guadalupe, a dos cuadras de la Basílica, en una calle por donde salían antes todos los camiones que iban a Pachuca y el norte de la República. Desde muy niño me fui a Veracruz, porque mi padre era militar, pasé gran parte de mi infancia ahí”.

“Muy buena, nos queríamos muchísimo, siempre fui muy obediente y buen estudiante; mi papá fue militar y mi mamá un amor; no batallaba conmigo, yo era su favorito. Tengo muchísimos recuerdos de ellos y de mí, fui muy feliz en mi infancia”.

“Fue cuando era chiquito, en una carpita donde me llevaron mis papás y estábamos hasta atrás, pero me paraba de puntitas y veía la obra. Me impresionó mucho el escenario iluminado, me olvidé de dónde estaba y quién era, desde ahí me atrapó”.

“Fue justo en Bellas Artes, hacían una obra maravillosa que es El sueño de una noche de verano, yo era un soldado que no hablaba, pero estaba todo el tiempo en escena; me cambiaba de soldado a campesino y luego de nuevo a soldado. Aunque no hablé nada, para mí fue increíble, precioso, con muchos nervios”.

“En ese momento, uno de mis maestros, André Moreau, hizo en francés Cyrano de Bergerac en verso, sonaba precioso, a mí me encantaba y estuve en los ensayos, porque me dieron permiso y decía: ‘Ojalá algún día me tocara a mí la fortuna enorme de poder hacer este personaje’, y en el teatro del Seguro Social me dijeron que iban a hacer la obra y que yo iba a ser ‘Cyrano’, y wow, maravilloso, me empezaron a caer oportunidades formidables”.

“Sí, hice diez años dedicados a los corridos, en esos diez años grabé cien corridos, fue como en los años ochenta; le di la vuelta al mundo de habla en español con un mariachi; con el guitarrista Roberto Rojas fui a Cuba, Santo Domingo, España, Centro y Sudamérica, casi todos Estados Unidos, fue un gran momento”.

“La conocí empezando mi escuela de teatro en 1948, ella me acompañó en toda mi carrera, en todo; conocía a todos mis maestros y todos la querían mucho, era una gran mujer; desde entonces empezó la historia. Fue un amor precioso, cincuenta años con ella. Murió aquí en esta casa, porque los dos fumábamos mucho, yo lo dejé, pero ella no, y en 2000 se me murió”.

“Sí; si no es ahora, ¿cuándo? Me he esforzado mucho en mi carrera, no es egocentrismo, es saber que has cambiado algo”.

“A mí el recuerdo no me importa mucho, quiero que al público le sirva lo que hice, que mi trabajo trascienda; aunque sea para alguien, eso sería lo bonito, y que cada quien me recuerde como les dé la gana”.

“Sí, yo no le temo a la muerte, puedo hablar de eso tranquilamente, pero no me gusta tampoco hablar de eso, a nadie le gusta el tema”.

“No, yo prefiero morir tranquilo en la cama y no en un escenario; yo espero dormir tranquilo en mi cama cuando esto suceda”.

“Yo sueño poco, no tengo sueños que esté deseando que se cumplan; los sueños son simplemente para entretenerte una noche y despiertas al día siguiente y el sueño se acabó y no vuelve a aparecer. No baso mi futuro en sueños, sino en cosas concretas. Quiero más cine, más teatro, más televisión, pero de la calidad de la que yo siempre exigí. Todo lo que he hecho ha sido con pasión y porque me ha gustado hacerlo y así quiero seguir hasta el final”.

“Sí, afortunadamente, ya tengo arreglado todo eso, no tengo ningún problema”, finalizó.

Tuvo una vida de trabajo y constancia

Nació en la CDMX el 15 de enero de 1925. Su primer acercamiento con el medio fue cuando presenció una función de teatro de carpa en Guadalajara, la cual le encantó.

Por falta de dinero, veía lejanas las posibilidades de seguir estudiando, por lo que ingresó al seminario para poder seguir aprendiendo, pero lo abandonó, pues no tenía vocación.

En 1949, a los 24 años entró a la Academia de Arte Dramático de Bellas Artes, donde comenzó a prepararse como actor. Empezó presentando obras en la calle, sin recibir un pago.

Con Clara Aranda tuvieron tres hijos: Susana, Gabriela y Juan Ignacio Aranda. Tristemente, en 2000, ella falleció por enfisema pulmonar.

Tiempo después sostuvo durante varios años una relación con Gabriela Romo.

Fue uno de los últimos íconos de la Época de Oro del cine nacional. A lo largo de su exitosa trayectoria filmó más de 50 películas, entre las que destacan Macario, de 1959, por la que fue nominado a un Oscar. También protagonizó las clásicas El Gallo de oro, El hombre de papel, Pito Pérez y La sombra del caudillo.

Participó en más de 100 obras, como Cyrano de Bergerac, ¡Qué tal, Dolly!, Doce hombres en pugna, El cartero, Un Picasso, Don Juan tenorio y Aeroplanos; además de lecturas dramatizadas junto a su hijo.

Dejó huella con telenovelas históricas como: El carruaje y Senda de gloria; en clásicas como El derecho de nacer, Esmeralda y La casa en la playa. Series como: El Pantera y Vecinos. Más recientemente lo vimos en Médicos y Como dice el dicho; y participaría en la bioserie de Gloria Trevi. En la música grabó ocho discos, narrando corridos de la Revolución.