Disminuye los malestares por esofagitis infecciosa

Un padecimiento causado por hongos o virus que puede generar inflamación o irritación en el esófago, que es el canal por donde pasan los alimentos hacia el estómago.

PREGUNTA: Doctor: desde hace tiempo se me dificulta tragar los alimentos. He consultado a varios gastroenterólogos y, tras diversos estudios, han coincidido en que tengo reflujo y eso me causa este problema. El último doctor que visité me dijo que tengo esofagitis, que es un padecimiento gástrico e infeccioso. Me han dado varios tratamientos, pero no funcionan y ahora también tengo dolor en el pecho. ¿Qué puedo hacer para evitar que esto empeore? ¡Ayúdeme, por favor!

RESPUESTA: En efecto, tu caso me suena a esofagitis infecciosa, una inflamación o irritación del esófago, que es el conducto que lleva los alimentos desde la boca hasta el estómago. Generalmente, se presenta en pacientes con un sistema inmune deprimido, por ejemplo, quienes tienen algún tipo de cáncer, una diabetes mal controlada, padecen sida, han recibido trasplantes, consumen medicamentos inmunosupresores o antibióticos sistémicos. Entre los agentes que causan este problema, destacan el hongo Candida albicans y el virus del herpes. Aunque la sintomatología varía según la causa, puede darse el caso de una total ausencia de éstos; sin embargo, los síntomas más frecuentes son: dificultad para tragar, molestia al masticar, dolor en el pecho, decaimiento general y manifestación de infecciones en varias partes del cuerpo. Para el diagnóstico, además de una historia clínica completa, es necesario realizar una endoscopía con biopsia, conocida como cepillado citológico. El tratamiento también es variable, pues depende de los agentes que desarrollan el problema y si hay un padecimiento de fondo, el cual también debe tratarse para evitar recaídas.

Recuerda que lo mejor es el tratamiento, el ejercicio y, sobre todo, la parte preventiva. Jamás te automediques. Ante cualquier síntoma de enfermedades, como gastritis o faringitis, avisa a tu médico de inmediato.

Cuida tu alimentación. Lleva una dieta libre de lácteos, evita consumir alimentos muy calientes, muy fríos, condimentados o irritantes, pues éstos dañan la mucosa del esófago y del estómago.

Evita el estrés. Duerme ocho horas diarias, pero no te vayas a la cama justo después de cenar. Medita y relájate, esto ayudará a disminuir secreciones ácidas que puedan quemar la mucosa.

Aplícate cataplasmas de barro con té de árnica. Aplícalas en el abdomen, con un espesor de 2 cm, durante una hora diaria por 20 días. Además, toma medio vaso de agua de papa diariamente por un mes.