María Celeste Arrarás sobre su despido de Telemundo: Hay que salir con la frente en alto

La conductora María Celeste Arrarás, de 59 años, gracias a su perseverancia y objetividad se ha convertido en una periodista importante en Estados Unidos y ha sido merecedora de varios premios; sin embargo, hace poco fue despedida de la cadena Telemundo, donde fue conductora por casi dos décadas. Platicamos con la presentadora y nos contó lo doloroso que fue para ella dejar el programa Al rojo vivo:

María Celeste habló de su despido de Telemundo y de sus posibles proyectos

-¿Cómo fue tu infancia?
“Muy hermosa. Mi padre era maestro y rector, así que tenía un montón de beneficios: casa, chofer, cocinera, y vivíamos en el campo. Los profesores venían a casa, se ponían a tocar el piano y tenían tertulias impresionantes, así que crecí en un entorno intelectual”.

-Tienes lindos recuerdos...
“Claro, pero cuando mi papá se fue a trabajar en la política, nos quedamos sin esos lujos; pasamos una etapa muy dura y a raíz de eso, mis padres se divorciaron”.

-¿Cuántos años tenías cuando tus papás se divorciaron?
“Yo tenía como 11 y fue algo muy duro porque no teníamos nada, entonces me puse a trabajar y a estudiar. Empecé como niñera y eso me ayudó a crecer y a aprender de la vida. Me pagué mis estudios hasta la universidad, tenía un préstamo estudiantil; además trabajaba de mesera y limpiaba los baños... hice de todo”.

-¿Cómo nació tu gusto por el periodismo?
“Desde que era muy pequeñita fui muy metiche, tenía una mente muy curiosa; mi padre decía que yo era una periodista nata y con su ayuda empecé en esto”.

-¿Por qué fue con ayuda de tu padre?
“Él tuvo un periódico deportivo a su cargo y ahí empecé a escribir cápsulas sobre el deporte; lo hice por un par de años, desde ahí me apasionó escribir”.

-Y estudiaste Comunicación...
“Siempre tuve la inquietud por ser periodista.Cuando me gradué de comunicaciones en 1982, en la Universidad de Luisiana, me regresé a Puerto Rico; fui a muchas entrevistas, hasta que me dieron la oportunidad en una agencia de publicidad en el departamento creativo para escribir comerciales, pero no era lo mío”.

-¿Y qué hiciste?
“Un año después, en una entrega de premios me encontré a Franklin D. López, quien quería hacer un canal tipo CNN; hice la prueba y entré en el departamento de noticias, así fue como entré de lleno a la carrera, de manera seria”.

-¿Cómo te llega la oportunidad de entrar a Univisión?
“En 1987 fui a Rusia, a un evento. A mí me dieron el reconocimiento de la Novata del Año y me encontré al reverendo Jesse Jackson, quien competía con el candidato Michael Dukakis por el Partido Demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, y aunque yo sabía que no iba a dar entrevistas, conseguí hacerlo y eso causó un tremendo revuelo”.

-¿Luego qué pasó?
“Dos meses después me llamó Christopher Cromer, el director de noticias de Univisión en Nueva York, y me dijo: ‘Ése es el periodismo agresivo que estoy buscando para mi equipo’ y me dio la oportunidad de entrar al mercado hispano en Estados Unidos”.

-¿Cuándo pasó eso?
“En 1987 me fui a Nueva York; pero sufrí mucho porque llegué verde, sólo tenía un año en esto. Y en esos días llegó un nuevo director de noticias y me hizo la vida de cuadritos”.

-¿Por qué lo dices?
“A mí no me pudo sacar porque tenía un contrato en el que decía que si me sacaban, podía tomar el dinero de tres años e irme; pero de repente llegó la presentadora que estaba antes que yo, diciendo: ‘Ya estoy de vuelta’ y ¡me quedé en shock! Además, el nuevo director me dijo: ‘Tú no vas a ser la presentadora’... aguanté mucho”.

-¿Pero dices que te hizo la vida de cuadritos?
“Sí. Me puso contra la pared, sin teléfono, sin computadora y me aguanté todas esas humillaciones”.

-Prosigue...
“Un día llegó el presidente de Univisión, que era el jefe de este hombre, vio mi trabajo y le encantó; entonces me llamó para ser presentadora nacional en California, entré a una liga mayor (1992). No hay mal que por bien no venga... mi esposo tenía razón, él me dio buenos consejos”.

-¿Ya estabas casada?
“Así es, me casé en 1994 con el presidente de la primera agencia donde trabajé, yo tenía 24 años y él 40; se llama Guillermo y hasta el día de hoy es uno de mis mejores amigos. Fue como un padre para mí y mi mentor; es una persona culta, fascinante, que me guió en la vida y me dio los mejores consejos. Además, siempre se ve 15 años menor”.

-¿Tuvieron hijos?, ¿cuánto duraron casados?
“Vivimos juntos como cuatro años, tres en unión libre y uno de casados; no tuvimos hijos y nunca tuvimos problemas, pero nos separamos, y éramos tan buenos amigos, que nos divorciamos en 1995 porque me iba a casar con Manny, el padre de mis hijos”.

-¿En qué año te volviste a casar?
“Con Manny Arvizu me casé en 1996 y tuvimos tres hijos maravillosos: Julián, Adrián y Lara”.

-En ese lapso llegó Telemundo...
“Así es; en 2002 terminó el programa Primer impacto y fue cuando entré a Telemundo al frente de ‘Al rojo vivo’”.

-Has tenido la oportunidad de entrevistar a grandes personalidades...
“Es una de esas cosas maravillosas que uno tiene como periodista. Además, no hay dos días iguales y eso lo hace fascinante”.

-En estos 20 años de carrera, has recibido varios premios y tienes tu estrella en el Paseo de las Estrellas, en Las Vegas…
“Surge algo mágico cuando entras en el hogar de las personas por tantos años; estoy muy agradecida, me siento en deuda con el público”.

-¿Qué significó para ti salir de Telemundo?
“Todos los trabajos tienen una fecha de caducidad, he estado en diferentes etapas de mi vida y en esta ocasión no será la excepción. Amo mi trabajo y he dado el máximo; claro que me dolió, pero cuando te dicen que ya no te necesitan, debes salir con la frente en alto, con elegancia y decencia”.

-¿A qué se debió tu despido?
“No lo sé, son decisiones que toma la gerencia y sus razones tienen. Siempre me ha ido bien en la vida porque no pierdo tiempo analizando las cosas, trato de ver hacia adelante”.

-¿Te dolió no despedirte de tu público?
“Me despedí a través de mis redes sociales, donde les puedo hablar de forma directa”.

-Tampoco pudiste despedirte de tus compañeros…
“No te exagero, recibí miles de mensajes de compañeros y amigos; me tardé una semana en contestarles a todos y me ha servido de bálsamo, luego de decirle adiós a un proyecto que se formó durante 20 años”.

-¿Fue dura esta situación?
“Me dolió en el alma, pero la vida está llena de cambios para redescubrirte; por eso escribí libros como el de Selena (q.e.p.d.), he producido series de televisión y ahora estoy lanzando musicalmente a mi hijo Adrián. Siempre he buscado cosas paralelas a mi carrera”.

-¿Te gustaría regresar a la televisión?
“Estoy abierta a todas las posibilidades, en televisión me siento como pez en el agua, pero el tiempo lo dirá. Soy muy afortunada porque no tengo esa angustia que otras personas tienen cuando pierden su trabajo, me puedo dar el lujo de analizar y pensar bien lo que se me presenta en el futuro”.

-¿Has recibido alguna propuesta por parte de otra televisora?
“Hasta ahora no, tampoco esperaría que así fuera, porque estas cosas cuando suceden, toman tiempo”.

-¿Tu familia qué te dijo?
“Mis hijos al principio se preocuparon, a pesar de verme bien, porque saben que mi trabajo me apasiona. Ese día se la pasaron conmigo; mi hija Lara me hizo té y mi hijo Julián de comer delicioso, y después estuvimos los cuatro tranquilos”.

-¿Sólo estás con tus tres hijos?
“Sí, porque me separé de Manny Arvizu en 2003 y firmamos el acuerdo de divorcio en 2005; llevamos una relación cordial por nuestros hijos: Julián, de 23, Adrián, de 21, quien es adoptado, y Lara, de 20”.

-¿Cómo ha sido ser mamá soltera detres jóvenes?
“Soy como un general, muy disciplinada, organizada, es la única forma de sobrevivir como mamá soltera con tres muchachos que han sido adolescentes al mismo tiempo”.

-¿Cómo surgió la idea de adoptar?
“Cuando Manny y yo nos casamos, le externé mi deseo de tener un niño adoptado con la idea de cambiarle la vida a un niño, y él me dijo: ‘Ok, primero tengamos un niño biológico’, así que tuvimos a Julián y después empezamos a ver las cosas para adoptar a Adrián, pero en ese lapso quedé embarazada de Lara; casi llegaron al mismo tiempo, él llegó de un año y a los tres meses nació Lara”.

-¿Y cómo fue tener a un hijo adoptivo?
“Nos cambió la vida, nos trajo una gran satisfacción, una cantidad de alegría y felicidad que nunca nos imaginamos vivir; fue la mejor decisión de mi vida”.

-¿Por qué eligieron a un niño de nacionalidad rusa?
“Buscamos en Latinoamérica, teníamos un contacto que trabaja en el gobierno y podía ayudarnos a acelerar el proceso, pero no quería que sonara a favoritismo. Fuimos a otros países centroamericanos para ver a unos niños indígenas que estaban bajo el cuidado de unas monjitas, pero nos dijeron que no podíamos porque los miembros de la tribu se molestarían, ya que son muy protectores de su raza. Después nos enteramos de que en Rusia era más fácil, hicimos el trámite y pudimos adoptarlo”.

-¿Cómo fue la adaptación de tu hijo mayor, Julián, con Adrián?
“Mira, siempre hay peleas entre los hermanos, eso significa que son hermanos de verdad. Lo mismo pasó cuando llegó Lara, peleaban seguido y eso es el proceso de adaptación, y la verdad se llevan muy bien”.

-¿Cómo se enteró de que es adoptado?
“Cuando él tenía 5 años, un amigo de su hermano mayor, Julián, se lo dijo. Nosotros estábamos sólo esperando a que creciera un poquito más para que lo entendiera mejor; ésa no era la forma idónea, pero no pudimos hacer nada al respecto. En ese momento vivió bastante confusión y lo llevamos con un especialista para que me ayudaran con esa crisis, que nos afectó a todos, pero gracias a eso nunca le quedó ninguna cicatriz en el alma”.

-¿Nunca te ha preguntado por sus papás biológicos?
“Claro, siempre va a tener esa curiosidad, pero no significa que no se sienta de la familia, ni mucho menos. En el caso de él, no tenemos ninguna información que darle, porque en Rusia queda totalmente confidencial su identidad y todo lo referente a su pasado”.

-¿Y él cómo se ha sentido durante este tiempo?
“Él está feliz, creció lleno de amor y siempre ha estado protegido por nuestro amor y cariño, por sus hermanos y mío”.

-¿Cómo has aprendido a dividirte para no fallar como mamá, profesionista, etcétera?
“Uno a veces falla un poco aquí y allá, porque ser perfecto en todo es poco realista. Lo que sí es que he tratado de dar el máximo en todo lo que hago, y cuando algo no sale como uno piensa, hay que aceptarlo”.

-¿Qué sientes de que tus hijos ahora están queriéndose abrir camino por sí solos?
“Me llenan de felicidad. Los tres tienen su carrera, porque es importante que se abran camino por sí mismos: Julián y Lara están estudiando Negocios y luego quieren estudiar Leyes; y Adrián quiere ser cantante, está trabajando en los últimos detalles de su primer sencillo, que saldrá a finales de septiembre, y ojalá que se sigan preparando”.

-Tus hijos son tu mayor orgullo...
“Por supuesto, siempre han sido mi ancla, mi motor que me mantiene al pie del cañón; ellos y yo somos una familia muy sólida”, finalizó.

Hijo adoptivo de María Celeste Arrarás se lanza como cantante

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