Miguel Pizarro encontró la paz a 20 años de intentar quitarse la vida

Miguel Pizarro fue uno de los grandes actores juveniles de la década de los años 90 y 2000 de la televisión mexicana; pero fue en 2004 cuando atentó contra su propia vida, y ahora todo ha cambiado. A sus 62 años, Miguel hace una retrospectiva de lo bueno y malo que ha pasado, lo aprendido y, sobre todo, hacia dónde va. Trae proyecto nuevo de teatro, su refugio desde hace muchos años, pues no ha vuelto a tocar puertas en televisión. Centrado, enfocado y de buen humor, fue así como platicamos con él:

-Miguel, qué gusto verte, ¿cómo has estado?
“Muy bien, apoyando el teatro y retomando un proyecto que tengo desde hace muchos años; estoy próximo a estrenar obra”.

-¿Dónde estarás?
“Seguramente en el Teatro Xola; voy a presentar un monólogo en donde estoy acompañado de un elenco muy importante de actores, pero ellos estarán filmados, en el escenario solo estaré yo. La adaptación es mía, y la dirección es de mi amigo y maestro, Salvador Garcini”.

-Desde hace tiempo te mantienes en teatro...
“Nunca he dejado de hacerlo, siempre estoy creando e innovando, pero desde hace mucho no había montado algo tan grande”.

-Y en televisión, ¿cuándo te veremos?
“La televisión me ha olvidado y yo también, las cosas no son como antes, cambiaron los jefes y la forma de hacer la novela; hace poco estuve en una, pero fue un personaje corto y ya. Los directivos son extranjeros o eran, y no conocían las trayectorias de muchos de nosotros”.

-¿Te sentiste relegado, por así decirlo?
“Nunca me he sentido así, porque depende de qué tanto lo pueda permitir, siempre he buscado mi lugar”.

-Pero ahora que han regresado grandes productores, ¿no irías a tocar puertas?

“¡Jamás!, nunca lo he hecho, nunca fui a pedir trabajo. Los productores me llamaban porque les gustaba mi trabajo, desde mi primer proyecto Pasión y poder, y desde ese momento no paré de trabajar por más de diez años... pero si ahora tengo que hacerlo, lo haré, no pasa nada, solo si es un proyecto que me llama la atención”.

-Fuiste uno de los consentidos de esa época...
“No sé si consentido, pero yo me dediqué a trabajar mucho, y varios me dicen que me reconocen por la voz, por mi participación en Plaza Sésamo, y eso también se agradece. Te voy a ser sincero: el estar en el anonimato lo disfruto, es bonito; cuando tenía mucha popularidad y mucha gente me seguía, sí me abrumó”.

-¿Se te subió la fama?
“No sé si se me subió o no, pero me volví más abierto y sociable; la fama me aportó seguridad en todos los aspectos, hasta económica”.

-¿Fuiste artista exclusivo de Televisa?
“¡Por supuesto, fui de los primeros! Gané muy buen dinero; además del que te daban mensualmente, te daban tu pago por lo que hacías en novelas o cosas así, entonces a veces tenía hasta doble sueldo y eso también te da mucha tranquilidad; pero también me di cuenta de que tenía mucho y lo perdí de un día para otro, y no me arrepiento”.

“Sí dije: ‘¿Y ahora?’, mi poder adquisitivo bajó considerablemente y fui torpe, arriesgué y perdí, estuve varios días sin tener ni un peso, pero también entró la parte de reinventarme y salir adelante. Lo tuve todo de joven, pero no era feliz; y ahora estoy feliz, pero sin dinero”.

-Es una por otra...
“Ya no vendo mi alma al Diablo, elijo lo que quiero hacer y lo que no, soy dueño de mi tiempo, cosa que antes no ocurría; muchas veces me exigían trabajar en muchas cosas que a lo mejor no me apetecía tanto”.

-De salud, ¿cómo estás?
“Me siento bien, fuerte”.

-Se cumplirán veinte años de aquella tarde que atentaste contra tu vida, ¿cómo estás? “Con veinte años, ya lo tengo bien manejado. Hay cosas que son imborrables, y cosas imperdonables, pero salí adelante”.

-Pero, ¿se afectó tu carrera?
“Claro que le pegó muy fuerte a mi carrera, de pronto me di cuenta con quién sí y con quién no (contaba); pero aprendí y maduré”.

-¿Qué aprendiste?
“A levantarme de una caída muy fuerte”.

-Sí se puede salir adelate...
“Sí, y te confieso algo: tuve los pantalones de hacerme yo mismo mi terapia y es un riesgo; de hecho, no lo recomiendo. Yo fui al psicólogo tres veces, le aprendí la fórmula, porque era muy caro, y me seguí solo. Me compré libros, traté de ver la verdad y me cuidé a mí mismo, porque estaba muy vulnerable y cualquier cosa me podía hacer daño”.

-Hoy por hoy, ¿cómo ves la vida?
“Maravillosa, siempre la he amado; de hecho, ese episodio fue un exceso de amor de lo que había vivido; quedé marcado y sé que eso está ahí. Soy un apasionado ahora del trabajo”.

-Qué gusto que estás bien...

“La verdad, sí; ahora estoy contento con mi vida”, concluyó.