Pablo Montero vivió el mejor día de su vida al convivir con sus hijas
¡Ganó el amor! El cantante pudo ver a sus hijas tras meses de no poder convivir con ellas.

Pablo Montero se fue de vacaciones con sus hijos
/Cortesía del Cantante
En nuestra edición pasada te contamos que Pablo Montero, de 46 años, no había podido convivir con sus hijas menores, Carolina, de 9, y Daniela, de 7, por más de dos meses, debido a que su madre, Carolina Van Wielink, de 31, no se lo permitía pese a que un juez ya había determinado que podía estar con ellas, dos veces al mes; pero afortunadamente el pasado 31 de julio, el cantante se reencontró con ellas, y sobre este momento nos comparte:
-Pablo, por fin pudiste ver a tus hijas...
“Así es, siempre tuve fe en Dios de que esto se solucionaría y el encuentro se daría; siempre hice las cosas transparentes y legales”.
“Así es, siempre tuve fe en Dios de que esto se solucionaría y el encuentro se daría; siempre hice las cosas transparentes y legales”.
-¿Cómo fue que tu ex te prestó a las pequeñas?
“Carolina tenía que respetar la sentencia que dio el juez (que lo deje ver a las niñas el primer y tercer sábado de cada mes, algunos días de vacaciones y días festivos), si no pudo haber tenido una sanción. Ella por fin cedió y yo pasé el sábado por la mañana por mis niñas, que ya estaban listas para irse conmigo”.
“Carolina tenía que respetar la sentencia que dio el juez (que lo deje ver a las niñas el primer y tercer sábado de cada mes, algunos días de vacaciones y días festivos), si no pudo haber tenido una sanción. Ella por fin cedió y yo pasé el sábado por la mañana por mis niñas, que ya estaban listas para irse conmigo”.
-¿Qué hicieron?
“Fuimos a un cenote, compramos todo lo necesario y les preparé lo que más les gusta: ensalada caprese y picanha; entonces estuvimos todo el día cocinando, jugando, nadando, cantando... la pasamos increíble. Platicamos de muchas cosas y de planes que tenemos juntos”.
“Fuimos a un cenote, compramos todo lo necesario y les preparé lo que más les gusta: ensalada caprese y picanha; entonces estuvimos todo el día cocinando, jugando, nadando, cantando... la pasamos increíble. Platicamos de muchas cosas y de planes que tenemos juntos”.
-¿Y qué te dijeron sobre todo el tiempo que no pudieron convivir?
“La verdad no tocamos ese tema, pero sí me dijeron que me aman y extrañaban mucho. Además les canté y dediqué una canción que hice para ellas; fueron muchas emociones”.
“La verdad no tocamos ese tema, pero sí me dijeron que me aman y extrañaban mucho. Además les canté y dediqué una canción que hice para ellas; fueron muchas emociones”.
-¿Lloraste de la emoción?
“Sí, fue uno de los mejores días de mi vida. En el cenote hay una cuevita, nos metimos ahí para hacer una oración muy bonita y darle gracias a Dios porque estamos juntos y con salud”.
“Sí, fue uno de los mejores días de mi vida. En el cenote hay una cuevita, nos metimos ahí para hacer una oración muy bonita y darle gracias a Dios porque estamos juntos y con salud”.
-También llevaste a tu hijo Daniel...
“Sí, estuvo muy padre, los tres se quieren mucho. Mis hijos se ven todos los veranos, pero el año pasado, por la pandemia no se pudo, entonces tenían dos años sin verse. Daniel ya está supergrande, tiene 15 años y es muy protector con sus hermanas”.
“Sí, estuvo muy padre, los tres se quieren mucho. Mis hijos se ven todos los veranos, pero el año pasado, por la pandemia no se pudo, entonces tenían dos años sin verse. Daniel ya está supergrande, tiene 15 años y es muy protector con sus hermanas”.
-Tus hijos son tu orgullo...
“Sí, porque todos son muy buenos; Daniel es buen estudiante, Carolina ha ganado cinco medallas de oro en gimnasia y acaba de ganar el primer lugar en hapkido (arte marcial coreano), Dani es una extraordinaria niña, y Pablo, que vive en EU, acaba de ganar un reconocimiento por un curso en Boston”.
“Sí, porque todos son muy buenos; Daniel es buen estudiante, Carolina ha ganado cinco medallas de oro en gimnasia y acaba de ganar el primer lugar en hapkido (arte marcial coreano), Dani es una extraordinaria niña, y Pablo, que vive en EU, acaba de ganar un reconocimiento por un curso en Boston”.
-Nos alegramos por ti, por este reencuentro...
“Estoy muy agradecido con Dios, y la verdad no quepo de la felicidad”, concluyó.
“Estoy muy agradecido con Dios, y la verdad no quepo de la felicidad”, concluyó.