Estas fueron las últimas palabras que Fernando Luján le dedicó a su esposa y las verdaderas causas de su muerte

El pasado viernes 11 de enero, falleció el primer actor Fernando Luján a la edad de 79 años, víctima de una obstrucción pulmonar, en un hospital de Puerto Escondido, Oaxaca, en donde se encontraba acompañado de su esposa, Martha Mariana Castro, de 52, con quien estuvo casado por 30 años. Don Fernando pasó el fin de año en aquel lugar para recuperarse de la operación que le realizaron en diciembre del año pasado por sus problemas del corazón; sin embargo, el primer día del año sufrió una crisis de EPOC de la cual ya no se pudo recuperar. Pudimos platicar con Martha Mariana, quien le juró a su esposo ser feliz, aunque él ya no esté.

-Martha Mariana, antes que nada, nuestro más sentido pésame...

“Muchas gracias, son momentos muy difíciles, pero estamos muy en paz, tranquilos”.

-¿Cuál fue la causa de la muerte de tu esposo?

“Viajamos a Puerto Escondido porque él quería pasar fin de año con un clima más cálido; terminando el festejo del 31 de diciembre, se comenzó a sentir mal; tuvo una crisis muy fea, el diagnóstico fue un broncoespasmo fuerte a causa de una crisis de EPOC, y ya no pudo salir adelante”.

-¿Cómo fueron los últimos momentos de don Fernando Luján?

“Creo que fueron muy tranquilos; creo que la vida es perfecta porque fue en el lugar que nosotros construimos con mucho amor. Mi hijo Franco llegó a tiempo para poder estar con él; para mí era muy importante que pudiera verlo”.

-¿Todos sus hijos estuvieron con él?

“También pudo llegar Nando, que es el mayor; llegaron justo el primero y último eslabón de la vida de Fernando. Abrió sus ojitos, nos vio a nosotros tres juntos al pie de su cama y ésa fue la última imagen que tuvo; rodeado de amor, con su música favorita y sus flores, porque él era practicante del hinduismo, y el hospital me permitió hacer todo esto”.

-¿Murió en el hospital?

“Sí, y quiero decir que se portaron increíble; estoy impresionada con la actitud de la gente, ahora entiendo por qué tenía que morir aquí; estoy agradecida con la calidez de los doctores, enfermeras, la gente del pueblo y de la colonia en la que vivíamos, participaron en el ritual, donde llevamos parte de sus cenizas al mar, y le llevaron música”.

-¿Don Fernando te pidió repartir sus cenizas?

“Así es, él quería que sus cenizas las repartiéramos en dos partes, aunque será en tres: la primera en el árbol de nuestra casa, que sembramos juntos hace casi 30 años y el cual aguantó el huracán Paulina; y la segunda parte en el mar, porque siempre quiso estar junto a su hermano Alejandro, quien también murió aquí. Le hicimos una ceremonia muy bonita, rodeado de la gente que lo quería, con la puesta del sol; lo despedimos como lo que fue: un gran hombre”.

-¿La tercera parte de sus cenizas dónde será colocada?

"Ésa fue cosa mía, porque le dije que a mí la rezadera me gustaba mucho, aunque él fuera medio ateo, y bromeábamos; le comenté que a mí me iba a quedar muy lejos y, si tenía novela, cómo le iba a hacer, entonces le dije que una parte me la tenía que llevar a México, y me dijo: ‘Divídeme como te dé tu gana’, entonces las dividí en tres y las llevaré a la ciudad”.

-¿Cuáles fueron tus últimas palabras para el hombre con el que estuviste 30 años?

“Lo último que le dije fue que se fuera tranquilo, en paz; él me dijo a mí, antes de que lo internara, porque creo que algo presentía: ‘Sí, llévame al hospital, pero te quiero hacer un encargo'; le dije: ‘Sí, güerito, dime': ‘Quiero que seas feliz la mayor parte del tiempo que puedas’, y le contesté que sí. Me despedí de él con un besito, diciéndole que lo amaré eternamente”, finalizó.