Julián Figueroa nos cuenta cómo pasa la Navidad junto a su esposa e hijo

Julián Figueroa, de 24, nos abrió las puertas de su hogar y las de su corazón para contarnos cómo eran las navidades que vivió al lado de su mamá, Maribel Guardia, de 60, y de la única Nochebuena que pasó con su padre, Joan Sebastian (q.e.p.d.).

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También nos compartió cómo las vive ahora, al lado de su esposa, Imelda Garza, de 25, y su pequeño José Julián, de 2 años, quien ha traído a su vida grandes cambios llenos de amor.

“Eran muy mágicas; las pasaba con mi mamá en Costa Rica; yo no veía mucho a mi familia tica, a la que quiero mucho, entonces era un momento muy feliz. En Costa Rica no llegaba Santa Claus, sino el Niño Dios; estábamos los primos jugando en casa de mi abuelita y, cuando nos descuidábamos, a las 12 ya estaban todos los regalos, era una emoción impresionante”.

“Una muy especial para mí fue una que pasé en Francia con mi papá y con mis hermanitas, porque fue la única que recuerdo que pasé con él. Fue en 2010, fuimos a Notre Dame, después a cenar en París. Fue muy especial disfrutar de él, ya que si bien lo veía todo el tiempo y teníamos una relación muy bonita, nunca habíamos podido compartir esas fechas tan importantes; fue algo bello y le doy gracias a Dios de que me brindó la oportunidad de, por lo menos, pasar una Navidad con él”.

“Híjole, al que más cariño le tengo es a un Nintendo 64 que ¡puff!, para mí fue la locura; me lo regaló mi mamá y le tengo tal apego, que lo sigo jugando hasta el día de hoy; aunque tengo consolas más nuevas”.

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“Son hermosas, pero diferentes, ahora ya no voy a Costa Rica, ya no la paso con mi mamá porque me toca estar con la familia de mi esposa; ahora estoy con mi compañera de vida, que es Imelda, a quien amo, y tenemos un proyecto de vida juntos. Queremos construir una vida feliz y ver a nuestro hijo convertido en una buena persona”.

“Me gustaría que aprendiera que Navidad no sólo se trata de dar y recibir regalos, sino que realmente se trata de hermandad y humildad. Mi mamá me ayudaba a comprender eso, a veces agarrábamos ropa que yo tenía y se la dábamos a niños de la calle. Es lo que mis papás me enseñaron”.

“Con los años, la Navidad tiene menos magia, va perdiendo encanto, pero José Julián me ha devuelto la inocencia y la alegría a mi vida”.

“Muchísimo amor; trato de pasar mucho tiempo con él porque los regalos van y vienen, pero los recuerdos se quedan para siempre; pero le voy a regalar un trampolín porque le gusta mucho brincar”.

“Sean felices, que la Navidad sea un momento para reflexionar y ver cómo podemos ser mejores personas”, finalizó.