Samo: Amaría ser papá, pero vivimos en un mundo sobrepoblado y desgastado

Nacido en la familia Parra Cruz, de Boca del Río, Veracruz, conformada por mamá, papá y siete hijos, con una infancia tranquila y rodeada de música cristiana, Samo, de 44, tomó sus maletas a los 19 años y se dirigió a la CDMX, donde empezó desde abajo para poder hacerse de un nombre y una carrera artística, el sueño que tuvo desde niño.

-Samo, ¿cómo recuerdas tu infancia?
“Con mis seis hermanos (es el sexto de siete hijos), conviví mucho con ellos, eran mis amigos y con los que jugaba; también me llevaba muy bien con mis papás, mi mamá se llama Isabel y era muy protectora, mi papá es Benito. Nunca me encantó la escuela, pero siempre cumplía con las tareas porque era disciplinado. Creo que esa disciplina me ayudó con la música, ésta siempre me acompañó, y mis hermanos eran mis cómplices porque con ellos cantaba”.

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-¿En qué momento decidiste dedicarte a la música?
“Siempre tuve muchas ganas de iniciar una carrera, desafortunadamente no tuve el apoyo de mis papás, ni las posibilidades económicas para poder desarrollarme. Crecí en un hogar cristiano, el cual me dio bases importantes para hoy ver la vida de una manera más objetiva; pero a mis papás nunca les gustó que yo me dedicara al medio artístico, porque esta carrera siempre la ponen como algo riesgoso por los excesos”.

-En qué momento decidiste dejar Veracruz y viajar a la CDMX?
“Después de muchos retos, la puerta fue el ‘Festival Valores Juveniles Bacardi’, en 1995, y decidí venir a probar suerte. Ese año fue espectacular. Yo venía de provincia, de cantar música cristiana en la iglesia y de pronto verme en un foro de televisión cantando cada domingo a nivel nacional, fue como un sueño cumplido”.

-¿Cuál fue tu siguiente paso?
“Me puse a buscar trabajo porque había que sobrevivir en la CDMX, y en el 98 entré a trabajar como corista de Cristian Castro, el primer artista con el que trabajé casi un año. Después hice muchos jingles (temas para publicidad y marcas) y empecé a hacer coros con Alejandra Guzmán y Reyli Barba; también hacía coros en el programa ‘Al fin de semana’”.

-¿Qué fue lo más difícil de este proceso?
“Poder entender a ciertas personas, porque venía de un entorno donde todo era amor, paz, bonito, y de repente me topé con personas que no eran tan buenas, que no me deseaban tanto bien, que eran ofensivas. Económicamente fue muy difícil, viví en la calle, muchas veces me tocó dormir en los parques y no tenía ni qué comer; nadie me conocía, no había oportunidades y en ese momento los artistas que estaban eran de un cierto perfil donde yo no encajaba”.

-¿Y cómo diste el paso a ‘Camila’?
“A Mario Domm lo conocí en ‘Valores Juveniles’, pero nos reencontramos casi 10 años después cuando Reyli me invitó a grabar los coros de su primer disco como solista, en el que Mario era el productor. Me dijo que tenía un proyecto al que quería invitarme porque yo podía aterrizar muchas canciones que él había escrito, y ahí surgió la magia de juntarnos a componer en un café de la colonia Condesa. La primera canción fue ‘Abrázame’”.

-Tras la desintegración del grupo, ¿te sentiste traicionado?
“No sé si decir ‘traicionado, pero cuando empiezan a generar ciertas cosas, todo se empieza a corromper. Con el tiempo, el dinero, los premios y todo eso va pudriendo de raíz algunos corazones, de repente eso hace que en algún momento se tenga que acabar”.

-Ahora, ¿qué es lo que más disfrutas de tu faceta como solista?
“Tengo la libertad de hacer lo que me nace, los premios y reconocimientos no son lo más importante; vivo un balance entre disfrutar la música por placer y mi vida personal. Siempre he dicho que mi vida personal no la expongo porque es muy mía, pero a través de las canciones muestro lo que he vivido. Cuando escribo una canción, no me gusta ponerle género, porque el amor es un sentimiento que puede elegir quien sea y me gusta que cada persona que se sienta identificada, elija a quién quiere cantarle”.

-En estos momentos, ¿estás enamorado?
“¡Ay, Dios mío! Soy un corazón explosivo, muy intenso, y la verdad sí estoy enamorado. Hace unos meses experimenté cierta libertad personal, que dije: ‘Me encantaría compartir esta emoción que siento con todos’, porque a veces nos preocupa el qué dirán y vives una vida como a la mitad. Creo que en algún momento, cuando encuentre a esa persona que me dé fuerza, valor, libertad y amor suficiente para poder compartirlo con ustedes, así será”.

-¿Sigue latente tu deseo de ser papá?
“¡Amaría ser papá!, es algo que me encantaría, pero también creo que estamos viviendo en un mundo sobrepoblado, explotado y desgastado, y creo que traer a un hijo al mundo por el simple hecho de que sea de mi sangre, sería irresponsable, hay muchas carencias, como para traer a alguien más a que las absorba. Me encantaría adoptar, no sé si ahorita sea el momento, pero sí me encantaría adoptar a un niño porque siento que es lo más cercano a Dios; y aunque las niñas son unas princesas, creo que me sería más complicado entender a una nena”.

-Entonces, ¿elegirías la adopción?
“Por supuesto, es completamente distinto, porque hay muchos niños que desafortunadamente son fruto de padres irresponsables, que llegan a este mundo y se quedan solos; le haría bien al mundo que existieran más personas que pudiéramos adoptar a esos pequeñitos”.

-¿Qué sigue para Samo?
“Viene mi primer show streaming que se transmitirá el próximo 25 de julio y será con causa porque un porcentaje será donado a una asociación para ayudar a personas en situación de calle. Ahora nos toca trabajar de otra manera, pero la distancia no impedirá que dé lo mejor de mí en el escenario”, finalizó.

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