Los antidepresivos cambiaron mi vida: Arath de la Torre

“Un día mientras grababa me dio un ataque de pánico, sentí que me moría, sentí una opresión tan fuerte en el pecho que pensé me daría un infarto, pero me diagnosticaron depresión y ansiedad. La depresión es una enfermedad silenciosa y terrible que no avisa, además, puede ser, como en mi caso, química y emocional, por lo que no es fácil detectarla”.

“Sí. A veces iba solo en mi coche y me ponía a llorar sin razón, y pensaba: ‘Estoy emocional’; o recién empezaba el día y decía: ‘Por favor, que ya termine para irme a mi cama’. La depresión es una enfermedad que padecen niños, adolescentes y adultos, y es necesario que la gente lo hable sin pena, porque sí hay solución”.

“Así es. Yo vengo de una familia de doctores y sé que así como hay medicamento para el hígado, hay el que equilibra los químicos del cerebro”.

“No, ella sólo me preguntaba: ‘¿Estás preocupado?’, en cambio, ahora que estoy medicado, me dice: ‘Traes otro rollo’. Es como si un psiquiatra te hiciera un traje a tu medida, el medicamento cambió mi vida poco a poco y me hizo sentir mejor; ahorita soy muy feliz, medicado, pero feliz y funcional”.

“Hace muchos años nos distanciamos por razones muy personales y que no puedo contar por respeto a mi familia, sólo puedo decir que no coincidimos en absolutamente nada”.

“Es un tema muy delicado que tenemos guardado en la familia, y no por ser hermanos nos tenemos que llevar bien, lo adoro porque es mi hermano, pero respeto sus decisiones. No hemos tenido enfrentamientos, pero tampoco tenemos de qué hablar”.

“Sí, lo leí y me da mucho gusto por mi sobrino, por él y por su esposa, en especial porque el alcohol no se lleva con la familia; él vive su lucha y yo la mía”.

“Adoro a mi maravillosa mamá, que me tuvo a los 17 años, es un gran ejemplo de una verdadera feminista que sacó adelante a dos hijos mientras estudiaba la prepa y trabajaba cuando se separó de mi papá, a quien no vi durante muchos años, pero me lo reencontré hace 28”.

“Nunca, cada uno va por su lado, pero son grandes abuelos. Mis hijos tienen cinco abuelos, pues el esposo de mi mamá es como mi papá porque ha vivido con mi madre 30 años y siempre estuvo presente en mi vida. Hace años perdió la vista por la diabetes y ahora viven en Cancún; ellos han librado muchas batallas, pero se mantiene muy simpático y se ríe de sus dolencias, él les dice a mis hijos: ‘Te estoy viendo’. Yo sí puedo decir que tengo dos papás. Ahora que cumplo 46 años, el 20 de marzo, quiero compartir mi historia: hay que revisarnos, observarnos, escucharnos y si detectas algo, por muy mínimo que sea, atácalo inmediatamente porque la depresión sí tiene cura”, concluyó.